OTROS HIJOS TONTOS

jueves, 30 de abril de 2009

Cosas que entendí al vivir...

Le encontré sentido
por sabre disfrutar
de lo que se presenta
sin que se lo busque
sin que me asuste
el hecho de pensar.

Razonando siempre
formando mis ideas
analizando las ajenas
y leyendo otras
que me terminaran
de formar un lema.

Buscar unos ojos
que guien la ruta
una boca roja
de labios sensuales
junto con los cuales
perder se me antoja.

Conseguir un amigo
y quizas repetirlo
con quien me permita
disfrutar de momentos
idiotas, austeros
tristes y optimistas.

Basar la existencia
siempre en la razón
y no hablo de la impía
moral social berreta
sino en la que permita
despertar al otro dia.

No me refiero a despertar
de tener los ojos abiertos
sino el cerebro atento
para disfrutar a la mañana
de un pájaro en la ventana,
una sonrisa, un momento.

Hablo del Carpe Diem
pero sin comer el tallo
sin dejar que un quenazo
una tuca o una botella
no te dejen ver la bella
naturaleza a su paso.

Descubrí que la vida
es una sucesión de momentos
que se vive mas lento
cuando se vive solo
y que un poco de soledad
siempre es bueno tener adentro.

Respetar a los que hicieron
alguna cosa por nosotros
por mas pequeña que sea
si la recordamos, vale
entonces hay que jugarle
una ficha para honrarla.

Mujer, amigos, ayuda
tranquilidad y razón
con un poco de salida
a un espacio superior
son las cosas que me hacen
disfrutar de esta vida.

Rodearme de gente de bien
indignarme ante la injusticia
estar para los que me precisan
defender lo que creo
aunque se me ponga feo
sera siempre mi premisa.

Supongo que dije todo
supongo que nada queda
supongo que quien lo lea
entendera lo que quiero
y si a alguno le llega
considerenme contento.

martes, 7 de abril de 2009

El misterio de la fortuna - cap. 2

Mi barrio no era lo que comúnmente se conoce como “barrio”, es más no legaba ni siquiera a la pobre calificación de “caserío humilde”.
Era sin mayores vueltas mucho más humilde que una villa. “Asentamiento ilegal” creo que fue lo que le escuché decir un día a un abogado un día que llegó junto con la tele y el que supuestamente era el dueño de los terrenos.
No le escuché decir más nada, pero no es raro, ya que no creo que muchos puedan hablar con un cuchillo tramontana serruchito clavado en la garganta.
Después se supo que el autor del cuchillazo había sido el rengo Gamboa, que por los gritos no podía escuchar los goles de Racing, y decidió cortar por lo sano y le revoleó el elemento punzante al desgraciado experto en leyes.
Tras esto los enviados televisivos entendieron que estaban peleando una guerra que no era suya, se subieron a su combi y se rajaron, dejando al supuesto dueño de nuestro barrio (sí, de ahora lo agrando y lo voy a llamar simplemente “barrio”) tan indefenso como si hoy lleváramos a Evangelina Anderson en su despedida de soltera y la dejamos en pelotas atada a un poste en pleno patio de la cárcel de Guantánamo justo después que el gobierno yanqui termine sus sesión diaria de torturas.
En tiempo récord recibió un diccionario de insultos de los cuales, les aseguro que debe haber entendido mucho menos de la mitad, ya que los otros eran jerga básica del barrio, y tras 5 minutos estaba boca abajo con una pelota de medias en la boca, los pantalones en la rodilla, sin camisa y la leyenda “culo gratis” pintada en la espalda con pintura en aerosol.
Todo fue hasta que lo vio el negro Maidana, del cual se hablaba muy bien en términos viriles.
A varios les dio pena el futuro desgarrado anal y lo dejaron ir.
El negro Maidana era uno de los de mi barra.
Jugó un tiempo al rugby gracias a un tío de él que hacía limpieza en un club re cheto, y le hizo el enganche para que lo reciban. No tuvo problemas en entrar porque era realmente una bestia de persona.
Como será que una vez fueron a Nigeria y los nigerianos le pusieron el apodo de “negro”.
Después de ese viaje lo desafectaron del club, porque hubo un malentendido tras una salida de tercer tiempo.
Un compañero le dijo que salieran “a comerse alguna nigerianita”, y este bruto lo tomó literal y se la comió (junto a otros 2 nigerianos que aportaron las técnicas de cocción).
El barrio en sí contaba con 2 calles paralelas que iban desde un terraplén hasta un arroyo llamado por nosotros “el baño”.
Las casas eran chicas y construidas con los materiales que se pudieran juntar. Así, había desde aquellas con ladrillos de demolición hasta la de don Cacho que era íntegramente de tela.
La nuestra tenía las paredes de cartón duro de caja de televisor, por fuera, y por dentro revestida con cartones de huevo para conservar el calor. El techo eran 2 carteles de chapa.
Uno era de CINZANO que pudimos “rescatar” de la cancha de ALDOSIVI de Mar del Plata una vez que fuimos a dedo y nos colamos a un partido con la barra brava.
El otro era de GINEBRA BOLS que robamos de un camión que los llevaba a la cancha de Atlanta y pudimos interceptar cuando pasaba por la calle que había detrás del terraplén que delimitaba al barrio.
Teníamos cocina comedor, linving, 2 habitaciones y garage para el carrito cartonero de mi vieja, prolijamente distribuidos en los 5 metros cuadrados cubiertos que medía nuestro lote.
No éramos los más lujosos del barrio, pero por los trabajos de mis hermanos y la venta de cartones, siempre pudimos darnos los gustos.
Después el barrio era tal y como se lo pueden imaginar.
Más gallinas que gente, equipos de música que valen más que los órganos de sus propios dueños, y 3 mesas de billar cuyos turnos eran más respetados que la madre de cada uno.
Nunca tuvo nombre, pero a la gente informalmente le gustaba llamarlo Villa La Angostura, para pensar que por lo menos llegaba a ser una villa, y además era angosto.
El río que pasaba por la parte de atrás era un hilo de agua tan podrida y contaminada que hacía que el riachuelo se viera como las costas de la Isla Margarita, y el olor hacía deseable tener un trozo de roquefort dentro de cada fosa nasal las 24 horas del día.
Las mañanas eran tranquilas, ya que casi toda la población tenía ocupaciones y hábitos noctámbulos, pero a la tarde corría más alcohol que en un los bunker de la cruz roja de las guerras mundiales agregando quizás la primera del Golfo.
Las noches eran muy entretenidas, ya que al no haber luz, se podían distinguir perfectamente las estrellas, la luna, las aves nocturnas, que generalmente no se ven, y de podía determinar con toda tranquilidad de dónde provenía cada uno de los infinitos balazos que sonaban hasta bien entrada la madrugada.
Al otro día era hora de pedir perdón. “Uy, perdoná que te balié, no sabía que eras vos, pero esa remera me gustaba”; “Noooo, eras vos? Pensé que eras tu hermano” “Doña Rosa, disculpe que le haya matado a su hijo, pero es que me sobraba una bala y no quiero quedar como marica delante de los muchachos”
Gracias a ese ambiente complicado es que mi madre siempre priorizó que fuera a la escuela, pero eso se hablará en el próximo capítulo.