Yo no creo mucho en los casos sobrenaturales, realidades paralelas, ni otra de esas cosas, pero el otro día me pasó algo realmente extraño.
Como sabrán, me estoy mudando.
El sábado me fui a mi nuevo hogar para ir acomodando los bártulos (palabra que ha dejado de ser utilizada hace rato), de modo que cuando tenga que hacer la movida definitiva, el lugar esté en óptimas condiciones para ser habitado.
Cuando termino de hacer todo lo que tenía que hacer, decido reposar un poco en un sillón que tengo en el living. En ese momento comenzó el episodio.
De repente comencé a sentir como retumbar un bombo frente a mi, como viniendo de la pared que se situaba delante de mí. Un sonido grave, que parecía hacer temblar el piso.
Esto llamó poderosamente mi atención, y al arrimarme comencé a escuchar voces que parecían salir del mismo lugar, luego verifiqué que provenían de la parte superior del tambor.
Enloquecido ya, y tratando de encontrar la explicación lógica para el hecho, me siento de nuevo en el sofá, y desde mis costados unas voces fuertes comienzan a generar unos alaridos, como quejas o lamentos, seguidos de susurros; como si hubieran empezado a dialogar entre ellas.
Mi garganta estaba totalmente seca, mis manos y piernas temblaban y yo no sabía qué hacer.
Podía escuchar, entre tantos sonidos inconexos e inexplicables, mi propia respiración agitada, y mi corazón había sintonizado su ritmo con el del tambor que venía de algún lugar frente a mis propias narices.
En un segundo, y para completar la escalofriante escena, desde mis espaldas (el único lugar del que no salían sonidos), comenzaron a sonar cascos de caballos lanzados en un fuerte galope, y los grito de adelante volvieron y el tambor sonaba más fuerte que nunca.
- Escuchame, pedazo de pelotudo, dejá de boludear y apagá el home theatre
Moraleja 1 - Las madres son sabias
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