Porque si. Porque no supe que el invierno era azul, y el azul, libertad. No quiero ser libre en invierno.
No quiero que una mirada junte la fauna de un cerebro marchito, y me salpique de nieve.
Un cuadrado se hizo triángulo, Pobre! (perdió un lado), pero me dijo que era feliz porque ese lado no le gustaba, y yo pensé en que vi un acertijo en una nube, que no me pedía resolverlo, y yo le puse agua y pastito, pero olvidé los zapatos.
Mi barba pierde pegamento, y mi cabeza aparece en la parte de humor de los diarios. Una si y una no, nunca las dos?
No me puedo sacar la ausencia, está agarrada con fibras arácnidas al roble del fondo de mi casa cardiaca.
Al final... los peces si respiran, pero de otra forma, y el remanso del césped me indica que dirección tomar. Abajo.
El libre albedrío quedó junto a unas monedas, en la mesa de un bar.
Vi pasar a un amigo, agitando su angustia, como pidiéndome que lleve mi sapo a pasear, pero encontré sólo unas cuantas hormigas.
Se solicita a los señores lectores apagar sus celulares.
Guardé la piedrita negra, y la cuidé porque realmente me iluminaba su negro opaco, pero vinieron y me pidieron la verde... También la tenía, pero trabando una puerta.
El silencio enriquece espacios en blanco. Cuando todos se callan es porque quieren escuchar lo imponente que es el silencio ajeno.
La vida es una pared, y la muerte, la teja que la concluye. Cada ladrillo es un día, por eso los días empiezan y terminan naranjas.
Las gotas están en sus casas, sin ganas de salir, salvo las mías que se mudaron a la garganta, y juegan a hacerle montonera a mi nuez.
Escucho felicidades, debe ser que hay piquete cerca, porque hacen mucho ruido.
Llamé a mi corazón y estaba durmiendo, y así quería seguir, eso significa que yo estoy muerto?
Ahora estoy tan solo transcurriendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario