OTROS HIJOS TONTOS

lunes, 30 de abril de 2007

Gori, gori...

Tengo un amigo gordo, es más bien redondo, de esos con olor a grasa en la transpiración y que los días de calor dan ganas de romperle un huevo en la piel para ver si se hace frito.

Nunca le pregunté, pero me intriga saber cómo habrá sido el momento de la despedida con su miembro viril.

- "Bueno, pito... Hasta acá llegamos"
- "Pero yo no quiero dejar de verte..."
- "Yo tampoco, pero hay cosas en el medio de los dos que así lo quieren"
- "Y si adelgazás?"
- "Vos y yo sabemos que lo intenté muchas veces"
- "Nunca lo intentaste"
- "Calláte boludo, que le quitás sentimiento a la charla"
- "Vos siempre me tratás mal..."
- "Sos un pelotudo..."
- "Sabés que? Mejor que no te voy a volver a ver"
- "Ah, si? Entonces tomá!"

Y dejó caer sobre él esa panza que venía sosteniendo con la mano izquierda.

Debe haber sido como una avalancha de grasa cubriendo algún pueblito de los Alpes.

La cosa es que este gordo fue a una clínica de esas para gordos, pero como ya me distraje con otra cosa, lo que quería contar lo cuento más adelante, así que caminen 2 cuadras y busquen un cyber que ahí va a estar...

See you (Vo vé...)

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