El otro día me sentí culpable por tratar mal a mi abuela.
Al fin y al cabo ella no hizo nada más que ser una vieja decrépita, y eso nos va a llegar a todos, así que decidí entablar relaciones cordiales y reconciliarme con ella.
Le pregunté a mi vieja dónde estaba, me dijo que había ido a llevar comida a la cucha del perro. El tema es que como la hacemos dormir ahí de noche, se lleva comida como para no pasar hambre.
En el camino intenté pensar las palabras justas para decirle, porque el audífono tiene la batería agotada y no me escucharía más de 5 minutos.
Miro a través del patio y la veo a la abuela jugando con los perros.
Bah, en realidad a los perros jugando con la abuela. La habían agarrado de la enagua, y la hacían remolinar en el piso. Tipo esas escobas de ramas que usan los jardineros.
En eso, escucho que la abuela grita "Ayuda, el perro!"
Como "Ayuda" es el nombre del perro, supuse que efectivamente se estaban divirtiendo, así que entré a mi casa a tomar un mate.
Quien dice uno dice diez, y salí a la media hora.
A todo esto el perro estaba comiendo en el fondo y la abuela estaba descansando. En realidad, estaba tirada en el piso, pero supongo que de esa forma se descansa.
Se quedó allí hasta tarde, y al caer la tarde la aplastó, con tanta mala suerte que le fracturó un tobillo.
Después me enteré (tarde) que en realidad no llamaba al perro, sino que efectivamente pedía ayuda.
Moraleja: tengo que cambiarle el nombre al perro y llevarle flores a la abuela al hospital.
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