Hoy me convoca hablar de un deportista que el tiempo ha borrado de las mentes (si es que alguna vez estuvo) de los ingratos que se cuelgan de la fama de aquellos que llegan.
Me refiero al gran Eliseo Roldán, marcador de punta incansable, viajero incesante por la banda derecha.
Viene a mi memoria, que Eliseo fue el primero en ser un lateral “De ida y vuelta”, no sólo por su despliegue, sino porque se la recontra comía, un verdadero puto, todo un ida y vuelta.
Nadie conocía el área que da a calle Alzuaga tanto como él, ya que como no tenía donde dormir, a la noche armaba una carpita con trapos viejos al lado del arco.
Fruto de un fútbol altamente amateur, y puramente deportivo. Fútbol en el que todavía no existían reglamentos, ni hacían falta. Gracias a ello, Eliseo Roldán se ganó el apodo de “rompehueso”, quebrando 15 tibias en 7 partidos, y quebrando así también un glorioso record que hasta el día hoy lo mantiene en el palmarés de la AFA.
Gracias a él, se hicieron necesarios los reglamentos.
De cara risueña, y gestos aún más graciosos, era el hazmerreír de cada plantel que integró. Su inocencia ilimitada, propia de un tiempo en el que la picardía no pagaba, hizo que se ganara un lugar en cada club.
Al llegar a cualquier institución, ya se sabía que el puesto de “boludo del plantel” estaba asegurado para Eliseo.
Número 4 con llegada, con gol, con cabezazo, con pique corto y finta ágil, de visión del campo envidiable, son algunos de los atributos que nunca se le podían pedir a un verdadero picapiedra de la banda derecha, pero con una entrega indiscutible.
No había delantero en el fútbol argentino de aquellos tiempos la que no se le haya entregado Eliseo agachado y de culo abierto, afeitado como todo revolucionario de época, y deseoso de gloria, como todo hombre surgido de abajo.
Aún hoy en cada cancha argentina, parece estar vivo el recuerdo de Eliseo Roldán. En cada jugador insultado, en cada error defensivo, en cada gol en contra, en cada pase mal dado, en cada tropezón, en cada patada al pasto, en cada pete debajo de las tribunas… hay un pedazo de Eliseo Roldán.
Eliseo, o “Eli” como se hacía llamar en la noche porteña, allá por las esquinas de calles San Lorenzo y Jujuy, que hoy son céntricas pero en aquella época eran tierra de nadie.
Salud Gran Eliseo! Dios te tenga en la gloria y no te suelte, pedazo de puto malparido…
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